Espíritu Maori
- davidserranito
- 20 jun 2017
- 3 Min. de lectura

La primera vez que escuché hablar de esta carrera de obstáculos fue hace ya un año. Por problemas de fechas no pude asistir pero me la apunté en mi calendario “¡la correré si o si!
En esta ocasión no me la quería perder! Una carrera tan exótica y con un trasfondo como el mundo MAORI no podía faltar en mi lista de carreras.
En ésta época tan cálida y con la ola de calor africano que cae sobre nosotros, correr se hace especialmente difícil. Así que todo indicaba que serían 7kms intensos y superar los 25 obstáculos no sería tarea fácil. Nadie dijo lo contrario!
Desde primera hora de la mañana ya se podía sentir el peso del Sol sobre nuestra piel porque, el Sol pesa tanto que a veces deja marca. Una vez en el AIRA de Sant Antoni de Vilamajor ya se podía respirar el buen ambiente. Al llegar con el suficiente tiempo pude observar como los organizadores estaban de arriba a bajo, ultimando detalles para que todo saliera bien. Gracias a todos!
La preparación, distinta a otras veces, se convirtió como el ritual previo a un combate que los guerreros hacen antes de salir a luchar. Sólo con lo puesto, y previo saludo a otros Maorís, dan la señal de salida.

En los primeros metros el sudor corrió por la cara como si un cubo de agua cayera desde mi cabeza. Paso tras paso, salto tras salto, zancada tras zancada puedo sentir que me encontraba bien y fuerte. Con ganas de superar todo lo que se me ponga por delante.
Debajo de esa larga cuerda, mirándola hacia arriba parece no tener fin. Tan sólo su presencia ya es intimidante. Sólo me bastó escuchar a un amigo-voluntario decir… “no te quiero ver hacer burpees”. Con un alarde de seguridad en mi mismo subí, toqué la campanita con una mano y bajé de esa maldita cuerda en un abrir y cerrar de ojos. Cuando pisé el suelo le miré y le dije “Manu… va por ti” jaja una risa se me escapó. Pintaba bien!!!!

Ese fue mi punto de inflexión, el toque de seguridad en mi mismo, la chispa que provocó el incendio en mi interior. Me creía capaz de todo, los sacos de arena, neumáticos de coche, de tractor, garrafas de agua, equilibrio, barras, saltos etc.…
Me sentía bien. No hay batalla en el que no muerdas el polvo. Lo sabía y contaba con ello.
Resbalones inoportunos hizo que tuviera que morder el polvo (30 burpees) en dos ocasiones, pero los hice y volví a levantarme, lo que no te mata te hace más fuerte.
El guerrero que hay en mí despertó y más fuerte que nunca. Vamos hostia!!!
Encarar el último obstáculo, mirarlo de frente… coger aire hondo… y soltarlo lentamente a la vez que empiezas los últimos pasos decidido al superar ese muro. Un salto, y un último esfuerzo separa la delgada línea entre el éxito y el fracaso.

Tras cruzar la meta y colgarme la medalla de finisher sentí como había recuperado la confianza, como había apartado hacia un lado los miedos y las dudas que hace varias semanas me rondaban por la cabeza. Altibajos inevitables pero que te hacen cuestionar lo que haces y hacia dónde te diriges.
Me colgué el preciado metal en mi cuello. En mi interior se podía escuchar una canción… como si de una Haka se tratara podía sentir el baile que los guerreros maorís hacían cuando querían asustar a sus adversarios de combate. Demostrándoles que no tenían miedo.
Diciéndoles a los ojos …
“ven a mi, mira mis ojos, estoy esperándote, no tengo miedo”
Déjenme ser uno con la tierra
Esta es nuestra tierra la que suena
¡Es mi hora! ¡Es mi momento!
¡Esto es lo que nos define como guerreros
¡Es mi hora es mi momento!
Nuestro predominio
Nuestra supremacía triunfará
Y nos reverenciarán como corresponde,
estaremos arriba
¡Helecho de plata!
¡Guerreros luchad!
¡Helechos de plata!
¡guerreros luchad!
Muero! Muero! Vivo! Vivo!
Muero! Muero! Vivo! Vivo!
Este es el hombre valiente
Que trajo el Sol
Y lo hizo brillar de nuevo
Un paso hacia arriba!
Otro paso hacia arriba!
Un paso hacia arriba, otro…
El Sol brilla!
Ésta es la traducción de una de las Hakas que utilizaban los maorís para ahuyentar a sus enemigos… me parece maravilloso!

Imaginad una mesa redonda con cuatro comensales ansiosos de poder comer todo lo que se les ponga por delante. Comensales del calibre del MIEDO, FRUSTRACIÓN, ANSIEDAD Y COBARDÍA. Los sentía de cerca, escuchaba desde lejos sus ansias de devorarme. Con la Maori Race he podido dar un golpe sobre esa mesa y hacer saltar por los aires todo lo que se estaba cocinando. He podido aguantarles la mirada y decirles alto y claro “AQUÍ ESTOY, NO OS TEMO Y SEGUIRÉ!”

留言