Con "V" de Valencia
- davidserranito
- 23 nov 2016
- 5 Min. de lectura

Imaginad que pudiéramos meter en una coctelera una gran variedad de sentimientos y emociones, tales como esfuerzo, constancia, superación, miedo, nervios, entrenamiento, fuerza o valentía … y que estuviera agitándose durante varios meses. A sabiendas que solo la podrás abrir y probar el día señalado, que no es otro, que el día de TU MARATÓN.
Aun conociendo la receta de memoria, siempre quedan dudas y preguntas en el aire. Los detalles hacen que algo sea de calidad o todo lo contrario. Porque un maratón es eso precisamente, un acúmulo de grandes y pequeñas emociones que durante 42,195k irán apareciendo a cada kilómetro que superas.
Es indescriptible. Los que habéis probado su sabor sabréis de que hablo. Y los que no, intentaré poneros en situación.
Los días previos son un bullicio de sensaciones que hacen dudar todo el trabajo realizado. Preguntas del tipo: ¿Habré entrenado bien? ¿Estaré preparado? ¿Cómo me irá el día de carrera?¿Podré superar las adversidades que seguro que aparecerán?¿Aguantaré físicamente?¿Podré superar mis límites? Bueno ya veis que es un manojo de nervios que sólo hacen que ponerte dubitativo.
Es primordial intentar responder esas preguntas con contundencia. Había hecho todo el trabajo previo, y encima, superando problemas que me encontraba por el camino. Así que sólo quedaba disfrutar de esos 42’195 últimos kilómetros.
Valencia… que ciudad tan bonita!. Era mi primera visita. Acompañado de mi mujer pudimos disfrutar de un fin de semana especialmente cargado de emociones. Qué importante es poder contar con el apoyo incondicional de una mujer como ella. Soy un privilegiado. Supo llevarme y mantuvo la calma las difíciles 48 horas previas. Sobretodo lo pasamos muy bien visitando la ciudad y disfrutando de su gastronomía. ¡¡¡¡Joder que pasada!!!!

Es obligado irte a dormir temprano con la convicción que al día siguiente debes de estar lo mejor posible. Una batalla física y emocional contigo mismo se dará mientras corres por el asfalto valenciano. Eso no quita que pudiera seguir soñando con la ansiada alfombra azul.
Dormir lo que se dice dormir, poco. Ponerme en pie no me costó nada (raro en mi). Una media sonrisa en la cara denotaba el nerviosismo antes de la gran cita. Desayuné lo de un día de competición. Ni más ni menos. Creo que es de vital importancia mantener las rutinas alimentarias aprendidas estos meses de entrenamiento.
Ayuda mucho alojarte en un hotel orientado a ese evento deportivo. Sí! Me pareció increíble lo bien orientado que está. Menú runner, hidratación para corredores, horarios que te ayudan mucho de cara a conseguir tu maratón. En fin todo facilidades.
Joder solo deseaba empezar a correr. Era lo que más quería. Me sorprendió lo rápida que fue la salida. Situado en el cajón lila (3:15 a 3:30) solo nos retrasamos entre minuto y medio a dos en empezar a correr. ¡Espectacular! Que ambientazo se vivía en la zona de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. ¡¡¡Increíble de verdad!!!

Enseguida noté como ese nudo del estomago se deshacía. ¡¡Que sensación más buena!! Era lo que deseaba hacer desde hacía mucho tiempo y ahora lo estaba haciendo. ¡Qué más podía pedir!
"Frío, mantente Frío!!" Me decía a mí mismo cuando notaba que me envalentonaba demasiado.
No podía saltarme el guión estudiado y tenía que concentrarme en seguir esa línea dorada pintada en el suelo. En una maratón, como pienses antes de lo que toca que es tuyo, te pone en tu sitio de una sola ostia.
Así que no salirme del ritmo que quería llevar (4:35 a 4:45min/k) era fundamental para llegar a los últimos kilómetros en condiciones de poder cumplir mi reto.
A veces, y no me preguntéis el porqué, por tu camino se cruzan personas que por alguna razón que no acabo de entender, te ayudan a conseguir lo que te propones. Saludé y conocí a un runner mientras corríamos cerca del kilómetro 15. El destino quiso que nos ayudáramos mutuamente durante casi toda la carrera. Gracias Alfonso!
Una primera mitad muy cómodo y ciertamente aliviado al ver que mis gemelos estaban realmente bien. Me sorprendió y mucho… sentirme como en casa. Fui animado en muchas ocasiones, y algún ¡Vamooosss Serranito! escuché entre los miles de espectadores que animaban en las calles a los maratonianos. ¡Que energía ostia!!
El maratón empieza a partir del km 30. Eso es lo que todo el mundo que ha corrido uno sabe. Yo digo que es totalmente cierto… a partir de ese kilómetro es cuando empieza la verdadera lucha interna. Las piernas empiezan a dar síntomas de debilidad y tu cabeza reconoce ese esfuerzo como una agresión que hay que solventar enseguida.
Es cuando la fase mental debe de tomar posiciones. Mandar mensajes de tranquilidad como sonreír de vez en cuando hace que tu cerebro se relaje. Utilicé ese recurso en varias ocasiones… y funciona!!!!
La piel de gallina en varios puntos de la segunda mitad del recorrido. Solo recordarlo se me eriza el vello. Una auténtica pasada como una ciudad entera se vuelca con este tipo de evento.
Te alientan, animan, te gritan dándote fuerza, te empujan a seguir hacia delante desde prácticamente los primeros metros.
El equipo de voluntarios fueron de 10. Gran trabajo el que realizaron en los avituallamientos y puntos de ayuda al corredor. Si tenías algún problema de rozaduras o molestias musculares había avituallamientos donde poder untarte en vaselina o rociarte en Réflex. Por suerte sólo necesité un poco de esa vaselina para aliviar un roce en el brazo derecho.
Pasar por debajo del arco indicativo del k40 me produjo un subidón de adrenalina como hacía tiempo que no sentía. Al grito de ¡¡¡VAMOOOSSS OSTIA!!! Que fue correspondido por decenas de espectadores, me dispuse a encarar los dos últimos de la mejor manera posible. Pude mantener el ritmo marcado.
Solo en mi cabeza la imagen de mi mujer esperándome en el punto señalado el día anterior. Mis piernas respondían bien. Me encontraba con fuerzas.

Encarando la ansiada alfombra azul. Tan deseada y soñada durante tanto tiempo y kilómetros. Giré hacia la izquierda y solo me obsesionaba verle. Un segundo tardé en fijar la mirada sobre ella.¡¡¡ Allí estaba!!!! Señalando a mi corazón quería indicar que era suyo, que este maratón era por y para ella. ¡¡¡Gracias por estar siempre a mi lado!!!

La mirada se agudizó hacia en arco de llegada. ¡Era mi momento! Quedaban menos de 150 metros.
Correr por esa tarima flotante tapizada de azul con los brazos en gesto de victoria que tantas veces había soñado, mi sueño se estaba cumpliendo.
Crucé la línea de meta... todo retomaba sentido... todo el esfuerzo realizado tenía su recompensa. Es ahora cuando saboreas ese preciado cóctel que llevas preparando durante meses. Solo entonces es cuando puedes decir que esa batalla contra tí mismo la has podido vencer.

Con la medalla colgada al cuello y una manta térmica de color oro, vi a mi mujer que se acercaba a mí. No pude reprimir las lágrimas. Sí!!! Nos fundimos en un abrazo que no sé ni el tiempo que duró! Me supo a gloria!!! Ese es mi triunfo!! Esa es mi victoria, siiii VICTORIA con V de Valencia!!
Abrazados y entre lágrimas le dije: ¡ESTE MARATÓN ES TUYO¡
Un maratón es mucho más que correr 42,195k... si no te lo crees vívelo de cerca.

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