Spartan Race Barcelona

El sonido de mi teléfono móvil sonó una vez más. Lo miré. Otro mensaje de WhatsApp. En esta ocasión de un amigo que me enviaba un enlace de YouTube. Sin pensarlo le hice clic. De repente apareció una de las escenas míticas de la película 300. ¡Vaya peliculón! Como si fuera la primera vez que la veía… puse atención máxima…

“¡Hermanos!… ¡tranquilizad los corazones! Escuchad a vuestras almas! Pues vuestro temple va ser puesto a prueba hoy… y en el fragor de la batalla… necesitareis una razón por la que seguir luchando… Una idea por la que abandonar todo cuanto podríais alcanzar! Solo tenéis que mirar al hombre que luche a vuestro lado. Ese es el porqué de la batalla, es la fraternidad de los hombres en armas! Un vinculo irrompible, fortalecido por el crisol del combate. Jamás estaréis más cerca de nadie que de aquellos con los que derramáis vuestra sangre, pues no hay causa más noble que luchar por aquellos que darían la vida por vosotros!!!! ¡Así que luchad bien hoy! … luchad por vuestros hermanos, luchad por vuestras familias, y por encima de todo luchad por Grecia…. “

En pocas horas seríamos nosotros los espartanos que lucharíamos contra nuestros miedos. Un equipo mixto de ocho amigos y compañeros, intentaríamos lograr la ansiada meta de la mítica Spartan Race Barcelona Sprint.

¡Sube sin mirar hacia abajo!… me dije inmediatamente cuando vi uno de los últimos obstáculos que estaba enfrente de mi. Consistía en subir por una red fenestrada hasta una altura de no sé cuantos metros, lo suficiente para acojonarme. Una vez arriba había que seguir avanzando por otra red, de igual características. Con el hándicap que no era apto para los que tienen miedo a las alturas. Si miraba hacia abajo sólo se veía el suelo desde una altura considerable. Supongo que hasta que no se está de frente contra tus temores, no eres capaz de superarlos.

Sí lo reconozco… las alturas no son mi fuerte. Es más… quizá con el tiempo se ha ido agravando. ¿En fin, que podía hacer? Sólo quedaba avanzar y apartar ese miedo. Con la ayuda y ánimos de mis compañeros traspasé esa maldita red. Una vez al otro lado… sólo quedaba bajar. Allí estaba, mi fotógrafo, apunto para inmortalizar el momento. Lo había conseguido !Que subidón!

Encarar los últimos obstáculos y superarlos era cuestión de tiempo.

No sé a vosotros pero a mí esta nueva experiencia ha sido muy gratificante. Hemos sido capaces de superar nuestros miedos, nuestros límites y hemos podido incluso disfrutar de las dificultades que el circuito nos iba poniendo en el camino.

Saltar, reptar, embarrarse, mojarse, correr, ensuciarse, subir, bajar, deslizar, arrastrar, resbalar, caer, volver a caer, levantarse, volver a levantarse, concentrarse, empujar, ayudar, animar, motivar, reír, lanzar, escalar, soportar, sufrir, luchar… COOPERAR. “La cooperación es la convicción plena que nadie puede llegar a la meta si no llegan todos” ¡cómo me gusta esa frase!

Si algo tenía claro desde que se inició esta aventura hace meses, es que, empezaríamos como un equipo y acabaríamos como un EQUIPO DE ESPARTANOS. Dónde habríamos compartido esfuerzo, sacrificio, momentos difíciles y sobretodo habríamos superado este reto que nos habíamos puesto.

Como el eco de alguien que vocifera en un acantilado de una montaña suena en mi cabeza el grito unísono Aroo Aroo ¿a vosotros también os sucede?

A parte de que me falte algún tornillo (que es muy posible)… ¿querrá decir algo más? ¿O quizá sea la llamada a una nueva aventura? Quien sabe! Lo único que puedo decir, es que éste es el inicio de una historia aún por escribir.