Barcelona bajo mis pies; crónica de la Zurich Marató de Barcelona 2016
- davidserranito
- 17 mar 2016
- 4 Min. de lectura
Los días previos, como podéis imaginar, no son nada fáciles. Los nervios y las dudas te asaltan a cada momento. Los deberes ya estaban hechos y sólo faltaba que llegara el día señalado. No es nada fácil mantener la cabeza fría. Cualquier pequeña molestia me hacía dudar de mis posibilidades, y eso se hace pesado de sobrellevar. Pero no voy a ponerme quejica. Supongo que es tu propia cabeza que te da avisos que en breve tendrás que ponerte a prueba.
Tras una noche, donde dormir lo que se entiende por dormir, no lo conseguí más de seis horas (pero me cundieron de lo lindo), enseguida desayuné lo de siempre cuando tengo carrera. Media litro de agua con isostar de larga distancia y una barrita energética de la Etixx.
Una máxima era no hacer nada diferente.
Me vestí con todo lo habitual, que había preparado la noche anterior. Repasé mentalmente la planificación que quería llevar durante la carrera. Me tranquilicé al darme cuenta que me lo sabía de memoria. Me dije “¡vamooos, lo vas a conseguir!”

Al llegar a plaza España a las 7:00h , con mi chofer particular (el mismo que me hace fotos en casi todas las carreras jeje mi padre, por supuesto) me dispuse a subir por las escaleras mecánicas en dirección al guardarropa ( esta edición mucho mejor organizado).

Tras observar conductas algo extrañas a varios corredores, decidí cambiarme y depositar la bolsa de deporte en el guardarropa. Opté por cubrirme con el poncho de plástico que me dieron el día de la Mitja Maratón de Bcn, me fue fenomenal para resguardarme del frío antes de la señal de salida.

Dorsal verde, así que situarme con suficiente tiempo en el correspondiente cajón (3:30-3:45) no me supuso ninguna dificultad.
Tras escuchar dos salidas previas a la nuestra, arrancamos la Maratón bajo la mítica canción de Freddie Mercury y Montserrat Caballé de Barcelonaaaa… Pues eso, los primeros pasos con la máxima prudencia de no tropezar con nadie y con la boca cerrada para no tragarte ningún papelito de colorines de esos que lanzan para darle glamour al aviso de salida.
Al primer kilómetro ya recibí los ánimos de un espectador que conocía en redes sociales... “Vamos David” me quedé muy sorprendido porque no me lo esperaba. El primer kilometro y... ¡ya me animan!. Eso era una señal que todo saldría bien.
A un ritmo inicial muy conservador pasaron los primeros siete kilómetros, hasta llegar a la Av. Diagonal, habiendo pasado el Camp Nou, encontrar y mantener el ritmo que quería llevar los primeros treinta quilómetros no me resultó del todo difícil. Los empujones de exceso de energía (venirte arriba) eran paliados enseguida con un gesto claro de “ehhh tranquilo que queda mucho” y situaba el ritmo al estipulado previamente. Era absolutamente consciente que no debía de salirme del guión. Tenia que reservar las máximas fuerzas posibles para el último tramo.
Correr por las calles de Barcelona es un verdadero placer, disfrutar de la Pedrera y la Sagrada familia mientras corres, te anima a más no poder. Afrontar la meridiana con garantías para llegar a la distancia de media maratón, era fundamental. Bajo varios gritos de “venga serranito” o “vamos David” alcancé los primeros veintiún kilómetros.

El objetivo se convirtió en mantenerme lo más fresco posible hasta pasar los treinta. Buscar el equilibrio emocional durante la carrera, era parte primordial que me había marcado desde un principio. No debía malgastar energía innecesariamente. Para que nos entendamos, no podía emocionarme pensando constantemente en el reto solidario, ni tan solo pensar en la alegría que sentiría al cruzar la línea de meta.
Quedaba mucho por correr y debía estar atento. Mantener la cabeza fría era la clave. Nunca habría imaginado que algún día la tabla de multiplicar del uno y la del dos me serviría tanto…. Jaja por lo menos las recité mentalmente en cinco ocasiones. Cuando veía que algún tipo de emoción empezaba a surgir enseguida lo apartaba y recitaba “uno por uno, uno… uno por dos, dos… uno por tres, tres…” me ayudó mucho a mantener a raya esa “vocecilla impertinente” que te va hablando negativamente durante la carrera.
Traspasar el número 30, significaba que los cinco sentidos se pusieran en alerta. Aquí es donde empieza la Maratón y debo de estar atento si no quiero ver al “ Tío del Mazo” o estrellarme contra el famoso “muro”. Me sentía fuerte y con ganas de superar la barrera psicológica de los 35. Pasar bajo el Arco del triunfo, ayudado por el espectacular ambientazo que había en Barcelona, fue una de las mejores sensaciones. Se me erizan los pelos nada más pensarlo…. Espectacular…. Llegados a este punto dejarse arrastrar por los vítores de la gente era casi inevitable… realmente increible la entrada por el Portal del Ángel tras pasar por Plaza Cataluña hasta llegar a la Catedral…. Uffff que pasada!!!!
Faltaba afrontar los últimos tres. Me encontraba bien pero algo cargado de piernas. Había que apretar los dientes… seguir corriendo y darlo todo.
Llegar al 40 y ser recibido por compañeros de trabajo bajo una pancarta, y chillando “serranito, serranito…” me supo a gloria. Me catapultó hasta el próximo objetivo que era ver a mi familia que me esperaba casi en el 42.

Aunque bajando un poco el ritmo en estos dos últimos kilómetros conseguí llegar y abrazarme a ellos. Enseguida exprimí las últimas energías para encarar los últimos 195 metros hasta llegar a la meta.
No sería de justicia no agradecer a todos y cada uno de vosotros que me habeis apoyado, animado y recibido, antes, durante y después de la carrera. En muchas ocasiones habeis confiado más en mí que yo mismo.
Con Barcelona bajo mis pies conseguí alcanzar el reto solidario I LOVE RUN #AGAINSTPOMPE que me había marcado hacía 100 días y convertirme así, en un Runner Solidario.

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