La vida es Maratón
- davidserranito
- 18 nov 2015
- 3 Min. de lectura

Cuando por tu cabeza pasa la idea, al principio inalcanzable, de correr una maratón, estás perdido… porque tarde o temprano lo intentarás.
Sin saberlo empieza un periodo nuevo para ti… sobretodo si es la primera que intentas. Tu vida cambiará para siempre, de eso no hay duda. Durante meses prepararás la carrera, tanto física como en el aspecto mental. Experimentarás altibajos.
Un paralelismo entre la maratón y mi propia vida, se produjo ese 15 de Marzo del 2015, que merece ser contado. Lo entenderéis más adelante.
Mes a mes los progresos fueron en aumento. Fui metamorfoseando mi cuerpo y mi mente. Te vas convirtiendo en un ser diferente del que eras antes.
Hasta que llega la fecha señalada. El día que recordarás el resto de tu vida, queda grabado como tu fecha de nacimiento o de tu aniversario.
Tras la salida, fui dando mis primeros pasos, fueron un poco a ciegas y sin saber que me esperaba por delante. Los primeros cinco kilómetros se corren, pero muy pocos los recuerdan, y menos se hablan de ellos. Son mero trámite para ir calentando motores para más adelante. Como cuando los niños preguntan eso de ¿queda mucho papa? A los pocos kilómetros de empezar un viaje largo.
Llega el décimo, sin quererlo empiezas a ser consciente que llevas un cuarto del recorrido realizado, te sientes poderoso. Y con muchas ganas. Las fuerzas están a tope y la inconsciencia te hace apretar un poco.
En el quinceavo me creí libre, si no frenas la euforia te pegarás un gran batacazo. Crees que estás preparado, es curioso porque la sensación es muy parecida, a cuando vives la adolescencia.
La marca de veintiún kilómetros! Vale ya he corrido la mitad del circuito pensé enseguida…¡Sólo tengo que repetir lo mismo! (como si fuera fácil). Es como cumplir la mayoría de edad! Te comes el mundo por los pies, te piensas resabiado, porque ya tienes experiencia, pero aún no eres consciente que la vida, como la maratón, te pone en tu sitio más adelante.
Llegan los treinta (ahora hablo de años) La madurez hace que reflexiones; sin querer te preguntas ¿dónde estas ? y ¿en qué momento te encuentras?
Te tomas en serio lo que más te gusta hacer y por supuesto vas a por ello. Estás decidido a tomar las riendas de ti mismo. Te planteas que es hora de vivir, de sentir cada paso que das. De ser auténtico.
Vale ¡35k! Sufrí el famoso muro en mis carnes, desde ese momento, ví la distancia con otros ojos! Igual que cuando la vida te arrebata algo irremplazable... Eres consciente, sólo entonces, del precio que tiene. Aunque no quieras, sólo cuando estas al límite de tus fuerzas sabes de que estas hecho verdaderamente. Seguir adelante no es una opción, se convierte en una obligación.
Pasas los cuarenta, y lo miras de reojo, un poco desconfiado pero seguro de lo que vas a realizar. Aprecias todo el recorrido! Sólo entonces sabes que llegarás! (estoy más cerca de los 40 que de los 20 jeje).
Completar la maratón desde luego te convierte en esos adorables ancianos que repiten una historia, una y otra vez, sentados en un banco bajo el Sol. Pero siempre con la misma emoción en los ojos y la misma entonación en todas las expresiones. Explican sus batallas ganadas. Pues aquí me tenéis explicando mi batallita. La única diferencia es que no quiero hablar desde la nostalgia. La quiero vivir en primera persona, una y otra vez. Si algo tengo claro es que esa sensación la quiero repetir.
Cruzar la línea de 42k 195 m, exhausto y con la mirada puesta en el cielo.
¡Gracias! dije en voz alta!! Sé que me has echado una mano!
Se acercó una voluntaria de la Cruz Roja , al verme parado y agachado con las manos puestas en mis rodillas… me preguntó ¿estas bien?.
¡Mejor que nunca! Le dije con una sonrisa en la cara.

La distancia que cambió mi vida
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